La Casa de la Escala
Cuando
la arena sea blanca,
pero
muy blanca... así
de blanca...
sin ningún ojal de humedad,
te plantarán un beso de miel
a la altura del alma.
Danzará
el gusiluz de tu infancia en los brazos de
Andrea sobre el delantal.
Sonará
la música en toda la casa.
María, con la ropa tendida,
al final de la escala,
volarán
las piñas hasta el portal.
Doblarán tinajas,
viento y calor de nido.
Y yo
estaré ahí mismo.
A dos besos de distancia.
Teresa Iturriaga Osa
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