miércoles, 20 de diciembre de 2017

 
 
ATTK Editores reedita en e-book
 
REVUELTO DE ISLEÑAS
 
 
 
 
Colección de relatos de Dolores de la Fe y Teresa Iturriaga Osa,
cuya temática aborda la relación entre la escritura y la cocina. 

María Dolores de la Fe es palmense, canariona; Teresa Iturriaga es palmesana, mallorquina; isleñas las dos, la primera con ese apego al terruño que se trasluce en toda su obra, rescatando expresiones y palabras que sin ella ya no existirían, y momentos que ya son memoria gracias a ella. Teresa es más cosmopolita, con un tirón afrancesado y una mirada hacia Africa y América que de alguna forma también la definen como canaria. Juntas han querido darnos un delicioso libro de relatos, <<Revuelto de isleñas>>. Son relatos alternativos en todos los significados, porque se suceden y turnan y porque miran el mundo a través de los sabores y los olores, que son los sentidos que más fijan la memoria. Una copa de Cune que se convierte en palabras y en un amor imposible, un aroma a potaje que se vuelve humor del de siempre, amigas que critican a un novio alemán de una de ellas, mujeres que hablan de sí mismas porque el mundo las aprieta y ellas huyen con la imaginación. La cocina se parece mucho a la escritura -ya lo dice el frontispicio del libro-, hay que ser creativos pero al mismo tiempo no olvidar lo básico. Hacer mala literatura es como echarle azúcar al puchero o sal a una tarta de frambuesas. Y tanto María Dolores como Teresa cocinan muy bien sus relatos, pues tienen en su justa medida el tomillo que necesita la imaginación, la sal que sazona el humor y el aceite puro de oliva de una prosa escrita por dos mujeres que conocen los secretos más recónditos de la literatura, y saben que una palabra en el sitio inadecuado -por hermosa y sonora que sea- puede echar a perder un texto, como ponerle el mejor dulce de membrillo a una lasaña. 

Prólogo de Emilio González Déniz
 
 
 
 
 

domingo, 17 de diciembre de 2017


Benditos detalles
Teresa Iturriaga Osa
 

 
A veces, bastan unos minutos,
unos instantes áureos, plenos.
Eso es todo.


Te digo que hasta las garzas blancas de mi playa
me saludan al partir,
las muy impertinentes, enjabonadas de libertad.
"Adiós, nos veremos otra vez, el tiempo ha sucedido", me dicen.
Pero tú no asomas tu voz por mis arenas
ni siquiera por una antigua cortesía,
desde que el viento se puso a soplar sus trompetas

bajo los vértices del cielo.
 
Y yo te escribo como tantas y tantas veces,
pero hoy no tengo con qué rellenar
este hueco de edredón
que me deja tu silencio.
Hablará por mí el poema apretado a la garganta,
seguramente, nada nuevo,
y menos, mío...

... déjà vu, mon chéri.
 
Y al anochecer, me vestiré de rojo, negro y gris,
y me iré a la calle
con el pecho ilustrado de palabras:
"La verdad no es un cuento, es lo que es".
Porque ninguna impostora domina como yo
la bendición del detalle,
el punto de la cocina,
los hilvanes de la memoria mimosa del agua.
 
Eso nos distingue a las magas
de las ninfas parcheadas
entre los cascabeles de la Navidad.