POEMAS
Sobre
el andén
Teresa
Iturriaga Osa
Teresa Iturriaga Osa con su directora de tesis Zinaida Lvóvskaya ULPGC
Zinaida Lvóvskaya,
madre, amiga, maestra,
in memoriam.
I
Oh,
caminante,
detente
y escucha.
El
andén está lleno de pisadas de gigantes,
mezcla
de sombras y hollín de lágrimas
vertidas
en silencio.
Sueños
pisoteados como cucarachas
negras
que nunca llegarán a su destino.
Mil
esperanzas derretidas
sobre
un asfalto que lo engulle todo
con
su gran boca gris.
II
Señora,
no
pretenda que sus planes de ahorro lleguen a la estación.
En
este tren se abolieron las clases de seguridad.
De
veras. Ninguna.
La vida cómoda pasa factura
si
alguien se decide a entrar en el sótano de esta ciudad
sitiada
por su bajo tren de vida.
Aquí
no hay distinción entre los seres,
amarillos,
rojos, blancos,
verdinegros...
Aquí verá a la prostituta y al cojo sonreír,
cómplices
de todas las miradas
en
pirueta,
y
a usted la buscarán
como
un punto fijo
para
no precipitarse fuera
del
vagón.
III
Diminutas
como las pecas
de
un rostro joven
son
las luces de los trenes
en
la lejanía.
No, no me pidas que renuncie a ser Matilde
mientras
sufro
este
brutal traqueteo
-versos
aderezados
con
paisaje de olivos.
IV
-
Dime, niña, ¿cuándo viajaste en tren por última vez?
Te
convendría hacerlo.
Es
el mejor masaje linfático.
El
bono incluye roce vital con el sudor humano,
da
la medida exacta del físico
propio
y ajeno,
del
músculo atrofiado al tirar de la maleta.
Todo
eso podría liberarte de la realidad virtual
en
la que estás metida
hasta
las cejas.
-
¿Desde cuándo?
-
Desde que el mercader veneciano te vendió
su
ordenador usado.
V
La
extensión de la vía me habla
de
la capacidad
de
los sueños,
de
los infinitos errantes
que
nos esperan
si
sabemos
añorarlos,
cocinarlos y rezarlos…
como
un arroz con leche
en
su punto.
VI
Si
buscas un pretexto para viajar en tren
hasta
el más allá del que ya no volverás,
no
cuentes conmigo.
Vete
si quieres.
Pero
piensa antes
en
todos los huérfanos que dejarás tras de ti,
y
a los que podrías haber amado tanto
como
las olas
que
acarician tus orillas.
No
concibo una vida sin mariposas en la frente
y
allí donde tú vas, querida amiga,
de
tu tren de larga distancia,
nadie
ha vuelto para decirme si las ha visto
revolotear
por los jazmines.
Vete
tú,
vete
si tanto lo deseas,
yo
me quedaré aquí
esperando
al tren de cercanías.
***
Teresa Iturriaga Osa