Adivina
quién viene a leer
Entrevista
de Sonia Rico
“DeLirium”
de
Teresa Iturriaga Osa
Editorial
La vocal de Lis, Barcelona
www.lavocaldelis.com
_“DeLirium”,
¿por qué este título tan sugerente, misterioso y ambiguo?
Realmente es una palabra que puede decir mucho ¿no crees?
-
No es fácil llegar al fondo
de “DeLirium” y acercar su sentido al lector desde mi
percepción poética. Hay que sintonizar una frecuencia de onda
relacionada con el número 8. Yo lo llamo el infinito erguido. Desde
ahí, mi escritura camina por varias dimensiones entre el
delirio y el amor a lo vivo. Porque cuando entro en el túnel de las
palabras se produce en mí un cambio de estado y accedo a otra esfera
de la realidad, al mundo esencial de las cosas. Una vez dentro de ese
proceso, el material me va llevando al interior de mí misma, pero en
ese tránsito podría caer en la locura, en la más grave adicción.
Es un difícil equilibrio al entrar y salir de un profundo
abismamiento. Por eso, el título de este libro. Por eso, “DeLirium”.
_
Traduces literatura, publicidad turística y periodismo de viajes;
¿qué es lo más difícil que has tenido que traducir?
-
Lo más difícil de traducir es un texto literario. Puedes perder
hasta el sueño persiguiendo lo que los traductores denominamos la
“equivalencia comunicativa” entre el texto original y el texto
meta. En estos casos, el traductor ha de ser escritor, de otro modo,
no podrá ser mínimamente fiel al autor que analiza. Los matices de
un texto literario son infinitos. La traducción es un ejercicio de
búsqueda de la intención del autor del texto original y de
adaptación al lector de la cultura meta.
_
Escribes tanto narrativa como poesía; ¿te aportan y te llenan por
igual? ¿o te decantas por una de las dos cosas?
- El
escritor canario Emilio González Déniz, en su prólogo de
“DeLirium”, dice que en mi prosa nunca abandono mi inquietante
mirada poética, y yo creo que tiene mucha razón. La materia prima
es la palabra, lo demás son cuestiones formales, estructuras que hay
que saber manejar según el estado anímico. Es decir, las palabras
de un texto poético, ya sea en verso o en prosa, me llegan desde el
exterior y se fusionan con mi interior de poeta -vive en los nombres
o en los verbos, en los adjetivos, los pronombres, los adverbios o en
cualquier signo de lo suprasegmental -, en un juego que arrastra
fuerzas incontrolables. Como si desencadenaran una reacción, la
poesía toma del núcleo lo necesario para abrirse en estallidos de
sensaciones más allá de la voluntad y la razón lógica. En ese
momento, las asociaciones son libres y ellas mismas organizan a su
antojo mi mundo verbal. Y creo firmemente que la palabra puede
cambiar la materia, como lo expreso en estos versos:
(...)
Hubo
una vez un poema
que cambió el tiempo en llanura
y la llanura en placer.
Siempre ante el ruido de cañones.
Sus mil rostros siguen llorando la guerra.
Cuando el odio esparce su vértigo,
lo vomita por la espiral.
De roca a roca,
con mensajes clandestinos,
un grito salta a la atmósfera
y ya nos llueve sobre el hombro.
Ahoga al sol en su sequía
solo para enseñarnos
cuanto clamor hay que nadar...
que cambió el tiempo en llanura
y la llanura en placer.
Siempre ante el ruido de cañones.
Sus mil rostros siguen llorando la guerra.
Cuando el odio esparce su vértigo,
lo vomita por la espiral.
De roca a roca,
con mensajes clandestinos,
un grito salta a la atmósfera
y ya nos llueve sobre el hombro.
Ahoga al sol en su sequía
solo para enseñarnos
cuanto clamor hay que nadar...
- Tu último libro “Delirium” sorprende por su mezcla de narrativa y poesía. ¿Cómo tuviste la idea de combinar las dos cosas? ¿estás satisfecha con el resultado?
- Me encanta el mestizaje de géneros porque yo soy una “mujer Libra” hecha de prosa y poesía. Vivo en el espacio de la complejidad que no toca los extremos, sino que los enlaza. Detesto las clasificaciones y los compartimentos estancos para definir a las personas de una forma simplista. “DeLirium” ha sido publicado en Barcelona por “La vocal de lis”, una editorial formada por mujeres de mentalidad avanzada. Es una joven editorial que nació con el impulso femenino de apostar por la literatura como motor de cambio. Y en cuanto conocí a su editora Imma Domenech y a su equipo, supe que depositaban su confianza en mi proyecto y todo fue desarrollándose con un diálogo transparente y profesional. Siempre digo que en el mundo de la edición hay muchos vendedores de humo que traicionan el espíritu de la palabra; por eso, encontrar gente creativa, seria y trabajadora, es una gran suerte.
_
Hablemos de poesía ¿crees que está de actualidad? O, al contrario,
¿piensas qué es un género más propio de otra época? ¿Crees que
la gente joven la lee o prefiere otro tipo de literatura?
-Nunca
he enfocado la poesía hacia un público concreto. La edad, la
condición sexual, los gustos sociales... son parámetros que tienen
que ver con el tiempo y el espacio, pero la poesía pertenece a otra
dimensión que está más allá. Yo escribo poesía desde los quince
años y me moriré con un poema en los labios. Sentir la poesía no
depende tanto de los conocimientos ni de las valoraciones de la mente
racional, sino de la propia vivencia, sensibilidad y agudeza
emocional compartida entre el autor y el lector. Experiencia
silenciosa e inasible que nos sitúa en un nivel de frecuencia
vibratoria en sintonía. No se puede desentrañar el secreto oculto
del poeta sin rozar el misterio que apunta. La poesía nos invita a
navegar juntos en ese sueño. Descifrarlo será labor de cada uno.
_
En tus poemas no sigues un patrón, hay poemas cortos y otros más
largos; ¿no sigues unas pautas normalmente? ¿o depende de lo
inspirada que estés con el tema?
- Mi escritura
literaria es un acto creativo que fluye con un ritmo nada medido,
cuadriculado, obsesivo. Más bien, le gobierna un desorden regido por
la improvisación y el azar de la luz, que a su capricho enfoca uno u
otro objeto según el grado de intensidad del día. Entonces, al
pasar a su lado, la materia elegida gime y pide su turno de
presencia. Así comienza el proceso, inspirado en una grieta, o un
plato roto, esmalte, azulejo abandonado, una arruga de mantel, los
flecos deshilachados de las cortinas, un pañuelo firmado con dos
gotas de colonia, un resto de carmín exhibiendo sus
manchas insistentes sobre el alma o, quién sabe, hasta una copa
sucia y olvidada en un armario rebosante de vacío.
_
Dedicas algunos de tus poemas a Maite, a María… ¿son personajes
reales o ficticios?
-
María y Maite son mis hijas. Dos preciosidades por dentro y por
fuera, mujeres de verdad que van por el mundo esforzándose en hacer
realidad sus sueños. Para mí son grandes maestras, porque sus
experiencias enriquecen mi camino. Creo que entre padres e hijos debe
establecerse una relación de aprendizaje en ambas direcciones. Yo no
concibo la vida sin mariposas en la frente y con ellas sobrevuelo el
paraíso, por eso les dedico mis poemas más sentidos desde lo alto.
_ El
poema “Por una arena negra” lo dedicas a Góngora; ¿es un autor
que te marcó de alguna manera especial?
-
Góngora es la palabra precisa que encuentra el equilibrio entre el
fondo y la forma poética. Su musicalidad fonética se adhiere a la
honda emoción que su léxico expresa. Por eso es uno de los poetas
que más me ha costado traducir. Hay que sacrificar siempre algo de
su idiolecto en el transvase a otra lengua porque es imposible ser
tan perfecto como él. La arena negra lleva en su esencia el roce del
fondo atlántico, magma petrificado y sacudido por el tiempo marino.
Y quien se tumba al sol de las playas salvajes de Canarias sabe muy
bien lo que se siente al susurrar su voz.
Teresa
Iturriaga Osa
con
Imma Domenech,
editora
de La vocal de Lis, Barcelona.
***
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