Tú, paz de mis horas
Esta noche.
Sí.
Esta noche sólo puedo
decirte
cuánto me faltas.
Porque a veces me aprieta la
vida
y
grito
ahogada en un foulard de
seda,
disimulando la pena,
la rabia de no tenerte conmigo
al resbalar las
luces del alba,
bañada en el recuerdo de
tu risa
anudada a mi
pelo.
Tú, palmera que tiemblas con llanto
blanco.
Tú, estrella que me guías por los encajes
azules.
Tú, silencio sembrado de
misterio,
te acurrucas
ahora en las flores de febrero.
Tú,
delirio sin fuga,
me enciendes la
chispa
del destino más limpio.
Paz de mis horas, bálsamo de
mi locura,
como un ángel acaricias este lamento
adherido a mis ojos.
Y lo esparces libremente por el
cosmos
con tus manos
marineras, siempre benditas.
Poema / Fotos: Teresa Iturriaga Osa
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