viernes, 24 de junio de 2022

 

Schiacciata all’ olio di oliva




Por abajo canta el río:

volante de cielo y hojas.

Con flores de calabaza,

la nueva luz se corona.

 (Lorca, Romancero gitano)

 

Amanezco en Pisa, imposible conciliar el sueño estos días de Scirocco en la Toscana. Mi cuerpo no descansa, no deja de registrar el sabor de la lingua alla livornese. De’… Boia… Boia de’!… Me ducho con agua fría y bajo a una terraza. La camarera me toma por una turista francesa y me da los buenos días en tan bella lengua, bonjour madame, qu’est que vous voulez? Yo sonrío y le contesto en italiano. Buongiorno, vorrei un caffé, per favore. E una schiacciata all’ olio di oliva. Grazie. Prego. Arde el pavimento. Treinta grados a las siete y media de la mañana, el sol ya nos advierte de su fuerza a mediodía. Una bruma espesa como una panza de burro reposa sobre la ciudad dormida. Ensimismada en mil sensaciones, doblo la mente como un pañuelo y lo guardo en el pecho con sus trozos de amor, me aventuro al reto de un nuevo día con la mirada puesta en un cielo blanco de golondrinas. De repente, en la mesa de al lado, un joven se sienta a desayunar. Morenazo de rostro gitano, comienza a liarse un cigarrillo mientras habla por el móvil con un castizo acento andaluz. El ascua y la sangre de sus palabras invaden mi alma. Puro flamenco. Charlamos. Es músico y hace escala en Pisa, camino de las islas griegas en el mar Egeo. Las partituras, me dice, no pueden disecarse, hay que abrir las ventanas para que entre el aire. Certo. Como dice Izane, así son las cosas, en un soplo de luz fugaz que nos lleva y que nos trae, esa orquesta que nos salva la vida bailando en manos del azar. El alfabeto de la verdad siempre en busca de otros ritmos. Buona giornata, arrivederci! 

Teresa Iturriaga Osa

Via Santa Bona, Pisa. Junio 2022.

 

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