DANZALIA
MUNDI, POESÍA EN MOVIMIENTO
Por
Teresa Iturriaga Osa
“El cuerpo físico es la ciudad, nuestros ojos,
nuestras orejas, nuestra nariz, nuestra lengua son sus puertas. Hay
cinco puertas exteriores, ojos, orejas, nariz, lengua y cuerpo,
mientras que la puerta interior es la facultad de formar ideas; el
alma es la tierra y la naturaleza propia el rey que habita la tierra
del alma. Cuando está la naturaleza esencial, hay rey, y nuestro
cuerpo y espíritu florecen. Cuando la naturaleza propia no está, no
puede haber rey y nuestro cuerpo y espíritu desfallecen." (Sutra del Sexto Patriarca)
Pili
Conde (creadora de la Escola Danzalia Mundi en A Coruña), entiende
la danza como la comunicación del alma humana, es decir, como el
instrumento de expresión de la más profunda sensibilidad. Su
incansable búsqueda de esa naturaleza esencial que se esconde tras
las apariencias del mundo fenoménico le llevó a indagar durante su
juventud en las formas orientales de espiritualidad así como en
otras disciplinas filosóficas y artísticas. Su encuentro con Lanza
del Vasto -filósofo, escritor, poeta, escultor, músico y discípulo
de Gandhi en la India- creó en ella un nuevo estado de conciencia
que hizo aflorar su verdadera identidad. A partir de ese instante, la
danza se convertiría en el principio aglutinador de todos los
fragmentos que componen la vida cotidiana, la danza como motor de
superación de cualquier crisis existencial. Música y poesía en
movimiento, bodas de luz y sonido.
Lanza
del Vasto sentía la danza como un medio que nos lleva a una nueva
visión de la realidad desde el interior, pues el valor no está en
lo que se hace, sino en lo que se expande, pues se suma a la luz,
imprimiendo vibración, ritmo y movimiento al universo. De ahí que
la danza sea un puente que pone en relación distintas
sensibilidades, abriendo cauces de comunicación humana alejados de
la lógica de la razón. El legado del sabio desde antiguo ha
consistido en hacernos comprender que la ternura del corazón es el
tesoro supremo, señalándonos un camino que podría llevarnos a
superar la crisis de nuestro tiempo. Y la danza así entendida es una
vía de retorno al humanismo perdido.
Vivir
nuestro quehacer desde esta perspectiva nos llena de sentido. Pero
este camino que conduce a la libertad interior es, paradójicamente,
un camino de simplificación mental que sólo se lleva a cabo a
través de la apertura de los sentidos. La danza y la música se
alían en el ser humano en esa búsqueda desesperada de la libertad
que le permite recuperar el estado de auténtica plenitud. La fuerza
creadora sólo se desarrolla saliendo del círculo castrante del
hábito, la rutina y el automatismo, porque la vivencia continuada de
las mismas ideas y actitudes nos bloquea poco a poco, debilitando el
impulso de la verdadera personalidad: es la pérdida de nuestro
propio ser. Así, la transformación del individuo por medio de la
danza consiste en un trabajo serio de crecimiento que le reestructure
de los pies a la cabeza. Mediante el ritmo, las sombras y los brillos
crean matices que nos harán adentrarnos en el sutil mundo de las
sensaciones como presencia, energía, onda cuántica.
Es
indudable la influencia de Lanza del Vasto en la vida de Pili Conde.
Este filósofo, apóstol de la no-violencia en Europa, recibió de
Gandhi el nombre de “Shantidas” (servidor de la paz), y peregrinó
por el mundo de un modo cuasi profético, mostrando el arte de vivir
desde la dignidad de seres humanos. De su labor nos quedan múltiples
escritos que expresan sus valores en disciplinas aparentemente tan
dispares como la música y la arquitectura, la poesía y la religión,
la filosofía y el vestido… La búsqueda de la simplicidad fue en
él la liberación de los apegos del mundo y el reencuentro con la
esencia que habita en todo ser humano. Así nos lo explica en los
primeros capítulos del libro Principios y
preceptos del retorno a la evidencia, en su
“Introducción a la vida errante”:
¿A dónde vamos por este camino por el
que andamos desde épocas tan remotas sin preguntar a nadie a dónde
lleva?
Unos van para tentar fortuna, otros para
olvidar preocupaciones, otros en busca de saber, otros para retornar.
Nosotros hemos de hacer todo eso a la
vez: retornaremos a la evidencia.
Hay en Lanza del Vasto un componente de
sabiduría que acompaña todas sus palabras y que lo distingue como
un hombre de clara voluntad espiritual. Dotado de una energía
excepcional, con un nivel afectivo superior muy desarrollado, nos da
las claves del equilibrio de todos los niveles de la personalidad.
Sabemos que la existencia humana siempre se mueve en una constante
interacción entre los polos opuestos y complementarios, la materia y
el espíritu, el hombre y el mundo, el individuo y la sociedad, la
unidad y el conjunto. Por ello, la danza consigue aunar dichos
aspectos. El cuerpo es como el árbol de la transformación, de la
materia que se despliega en sensaciones hacia el descenso, hacia el
fondo de nosotros mismos.
Al danzar se abre un espacio donde se tejen los sueños más cercanos, y puede ser el umbral de la vida interior. De este modo, Pili Conde nos invita a acompañarle en este viaje a la propia conciencia a través de la danza. Porque Lanza del Vasto nos habla del cuerpo danzante con una mística que rebasa el arte y la filosofía de nuestra época, y nos ayuda a comprender que no somos simple materia, sino “forma que se insinúa en ella como una onda”:
Al danzar se abre un espacio donde se tejen los sueños más cercanos, y puede ser el umbral de la vida interior. De este modo, Pili Conde nos invita a acompañarle en este viaje a la propia conciencia a través de la danza. Porque Lanza del Vasto nos habla del cuerpo danzante con una mística que rebasa el arte y la filosofía de nuestra época, y nos ayuda a comprender que no somos simple materia, sino “forma que se insinúa en ella como una onda”:
Oh, mortal, no tienes ante ti una inmortalidad, sino dos –mortal, punto en que la materia y el alma se entrecruzan-, pues la materia no puede acabar, encerrada en las causas hasta el fin de los tiempos, ni el alma, liberada del tiempo.
Dancemos, pues... y buen viaje.
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