Relato
La primera cereza
Teresa Iturriaga Osa
Foto/ María Del Río
Me
dices que la primera cereza ha explotado por sorpresa ante
tus ojos.
Seguramente, ha estado esculpiendo su forma
desde
dentro, con un buril de silencio, sin exhibirse en traje
de
boda
primaveral, así como les gusta a los árboles, que alimentan su
carne
vegetal con pequeñas dosis de paz, savia y cielo. Sólo los
insectos
bajo el aura naranja del caqui, sólo las fugaces luces de
la campiña
elbana conocían su secreto. Rex y nadie más. Y ahora
llegas tú,
alborotada de gracia, con ese desparpajo de ser libre que
te lleva y
que te trae por los huertos, y embobada, curioseas los
troncos con
tu mapa desplegado. Mujer pirata. Deslizas un dedo y se
te sube al
hombro el caracol mientras un bostezo de limacos va
alfombrando
tu cuerpo. Ahuyentas con palmas el ataque de una hormiga
y, loca
a la Toscana, por los brazos le creas una rampa de huida.
Oruga a
oruga, despejas la piel del camino. No quieres que nadie dañe
a esa
niña bonita, cereza atrevida que desafía la mañana con su
brillo,
flamígero espejo en el que tu alma ya se mira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario