POESÍA
Era
otoño a mis quince años
Me pides que
te hable de un tiempo que se acostó bajo las ramas del tilo,
eso me pides,
un beso sobre el agua fría y lejana
del estanque a
mis quince años, princesa
aún
deslumbrante azul estrella, enamorada de los abismos
aquella niña
que se pinchaba los dedos
bordando su
velo negro a dos leguas de un castillo,
misterio
enredado entre las hiedras.
¿Sabes que
casi no la recuerdo?
Me dijeron que
rompía mis charoles al pisar los adoquines
de las playas
clandestinas
con la
insolente soltura de una belleza que yo nunca conocí,
empeñada
siempre en fijarme -pero qué tonta enamorada de una sombra-,
en equivocarme
de esquina y de abrazo
lentamente,
como oruga que lleva el humus,
escurriendo
tormentas y lechos de camelias de un bosque triste
en aquel otoño
huraño que tampoco me acogía... porque yo aún era primavera.
¿Vives?
A veces te
oigo el eco, jovenzuela descarada y llena de infinito, caprichosa
solo vienes a
mí cuando me besan, cuando me erizan con la franqueza
y el aire
estremece mi piel de esposa.
Oh, sultana,
oh diosa sin ruido y sin séquito, mueves tus caderas
cabalgas
dibujando sobre el mármol un ocho de fuego, silban los cascabeles de tus pies,
emerges de las
piscinas del Olimpo -cuando menos me lo espero-,
y me resoplas
a la cara el tedio de los años y los días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario