AEROTXOKO
Cuando bajo de casa al txoko nunca me pongo delantal, a mí no me importa nada mancharme la
ropa para saborear la vida. Y un poco de estilo en la cocina tampoco está
reñido con la gracia en el guisar... Aquí las salsas bailan con un ritmo
ceremonial, y yo aprovecho el vals de los pucheros para subir de un salto al
columpio de aeroyoga y estirarme sin
miedo a ras de suelo, elástica como una gata. Coloco los estribos y me cuelgo
boca abajo, cerrando los ojos en el sonido de una campana. Es la llamada. L'appel.
Quédate donde estás.
En mi interior hoy se presiente la llegada de
los días de sonrisas. Medito sobre los campos de batalla, apago el fuego y el
ruido. Calma. A partir de ahora la vida se toma su rato, porque todo lo bueno,
lo singular, lo genuino, eso que de verdad vale la pena, siempre se hace
esperar. Un aroma intenso de cordero al chilindrón, chipirones en su tinta,
carrilleras y estofado de jabalí me rapta los sentidos en la bodega silenciosa
donde me explico el mundo al revés. Sospecho que el vino y la buena letra
necesitan tiempo. Trasiego. Necesitan fermentar.
Ya se acercan los momentos de felicidad…
Teresa Iturriaga Osa
No hay comentarios:
Publicar un comentario