miércoles, 14 de octubre de 2020

 

AEROTXOKO




Cuando bajo de casa al txoko nunca me pongo delantal, a mí no me importa nada mancharme la ropa para saborear la vida. Y un poco de estilo en la cocina tampoco está reñido con la gracia en el guisar... Aquí las salsas bailan con un ritmo ceremonial, y yo aprovecho el vals de los pucheros para subir de un salto al columpio de aeroyoga y estirarme sin miedo a ras de suelo, elástica como una gata. Coloco los estribos y me cuelgo boca abajo, cerrando los ojos en el sonido de una campana. Es la llamada. L'appel.

Quédate donde estás.

En mi interior hoy se presiente la llegada de los días de sonrisas. Medito sobre los campos de batalla, apago el fuego y el ruido. Calma. A partir de ahora la vida se toma su rato, porque todo lo bueno, lo singular, lo genuino, eso que de verdad vale la pena, siempre se hace esperar. Un aroma intenso de cordero al chilindrón, chipirones en su tinta, carrilleras y estofado de jabalí me rapta los sentidos en la bodega silenciosa donde me explico el mundo al revés. Sospecho que el vino y la buena letra necesitan tiempo. Trasiego. Necesitan fermentar.

Ya se acercan los momentos de felicidad…

 

Teresa Iturriaga Osa


No hay comentarios:

Publicar un comentario