miércoles, 8 de julio de 2020



HISTORIAS DEL CINE EN GRAN CANARIA

(I)

EL ESCÁNDALO DE LA PELÍCULA “GILDA”:
“Fue ese quitarse los guantes... de una forma... ¡qué sé yo!”

Entrevista realizada por Teresa Iturriaga Osa a Rafael Hernández Marrero,
último jefe de cabina del antiguo Cine Cuyás de Las Palmas.




- Rafael, se dice que la gente hacía cola a las puertas del cine en el estreno de la película “Gilda”. ¿Es verdad que los seminaristas y los curas iban allí a prohibir la entrada? Iban a advertirles del pecado...
- Sí, claro. Bueno, esto fue en el Cuyás, pero...
- Sí, cuéntenos esa época.
- Eso ocurrió en el Cuyás, pero en el Cine Galdós de Tamaraceite, es que estaba el párroco y ¡no dejaba entrar a nadie! Con la película “Gilda”.
- Mmm... ¿y la gente entraba?
- Mmm... la gente no entraba. La gente no entraba, es un barrio de Las Palmas, pero es un pueblo. Un pueblo. Y no entraban.
- Pero, en el Cuyás, sí entraban... ¿no?
- Sí iban, sí iban.
- ¿Mujeres?
- Yo creo que también iban. Las mujeres eran atrevidillas, sí. Yo creo que sí, que sí iban, sí. En aquella época, yo no trabajaba en el Cuyás, yo estaba en el servicio militar. Y, claro, del cuartel de San Francisco, que era donde yo era cabo, electricista, abajo al Cuyás, je, je... Y, además, iba por ver el espectáculo. Ahora que eso... la película al final fue suspendida por el gobernador civil. A los seis días la suspendió.
- Pero, bueno, ¿qué tenía esa película que era tan...?
- Nada, nada, era que ella...
- ¿Demoníaca?
- Aquella... aquel... al quitarse los... Fue ese quitarse los guantes... de una forma... ¡qué sé yo!
- ¿Sensual?
- Mmm... puede ser sensual... pero creo que era femenino.
- ¿Solamente por eso?
- Por eso. Por esto era. Y también me parece que fue por la bofetada a ella del galán, porque hay una bofetada en la película. Cuando ella hace esa pose, después... ¡plam! Le da su bofetada. Por algo de esto sería...
- Ya, ya... Y después llega la televisión a los hogares en los setenta, ¿eso hizo que entraran en crisis y se cerraran algunas salas de cine?
- Fue la televisión, fue el bingo... porque no hay que olvidar el bingo y, sobre todo, que la gente ya empezó a tener sus automóviles y se iban a las playas del Sur a almorzar. Ahí pasaban el día y después se venían a ver la televisión y ya está. Y eso se empezó a notar en los cines. Y claro, los impuestos siempre había que pagarlos. El cine era quizás lo más que estaba cargado de impuestos. Tenga en cuenta que, por cada peseta, tenía de descuento para pagar; creo que el veintinueve por ciento era descontado de la entrada y había que irla a pagar, no a Hacienda, esto lo recogía Protección de menores. Había que pagar a Protección de menores. Había que pagar aproximadamente el 25,94 %. Era de cada entrada lo que había que descontar.
- Supongo que al final cerraron porque no podían sobrevivir.
- Claro, es que era mucho el personal en los cines en aquella época, pues tenían que tener en la cabina, por cada proyector, un operador, si tenían dos proyectores para no hacer paradas. Además del ayudante, tenía que tener dos operadores y otro ayudante... después... el portero, acomodadores, taquilleros... Era un rancho de personas que trabajan en el cine. Entonces, se hicieron los multicines, que no tienen nada más que el operador, que es para todas las salas, y el que vende las entradas, que a veces se pone también para revisar a los que pasan. En fin, todo.
- Me gustaría que nos hablara del trabajo de recopilación que usted ha realizado sobre todos los cines que han existido en Canarias. ¿Qué le gustaría hacer con ese trabajo? Cuéntenos sus ilusiones.
- Bueno, mis ilusiones es que ese trabajo se edite. Pero... algunas veces, mmm... ya empiezan a decirme que es mucho, que hay que hacerlo más corto, que hay que... y claro, psss... yo no quiero hacer más corto lo que tengo hecho de tanto tiempo, ¿no? Son tantos años... Y todo el tiempo que llevo yo dedicado a la cosa de cinematografía... Pues, bien, ahí lo dejo y algún día a lo mejor lo regalo para que lo tengan en cualquier sociedad o en algún sitio de cultura.
- Me parece un trabajo que está hecho con todo lujo de detalles: las fechas, la duración de la película, los actores... Si era en blanco y negro, si era a color...
- Sí.
- Es como una memoria histórica de la cinematografía en Canarias.
- Yo creo que sí. Todas las personas que lo han visto dicen: “Pero... ¿pero... cuántos años llevas haciendo esto?” Je, je... yo creo que desde que empecé. Desde que empecé a trabajar en el cine allá en 1937. Efectivamente, tenía una colección de folletos maravillosos y, cuando fui al cuartel, desapareció. No sé... no sé cómo desapareció de la cómoda de mi madre, tenía casi todo lleno un cajón de folletos. Bueno, tengo muchos lanzamientos, muchos libros y buenas revistas de cinematografía.
- Muy bien, Rafael, esperemos que este mensaje lo recoja alguien y se edite su trabajo. Muchas gracias.

(II)



T.- Bueno, dígame, Rafael, ¿cómo empezó usted a trabajar en el cine, aquí, en Las Palmas de Gran Canaria?
R.- Siendo muy joven, tenía aproximadamente dieciséis... diecisiete años. Recuerdo que en el Cine Goya de Las Alcaravaneras el operador había sido movilizado y, claro, iba a la Guerra Civil Española, estoy hablando de 1936 ó 37, y entonces, mi tío, Don Manuel Marrero Barrera, me dijo que por qué yo lo sacaba del apuro de tener que poner a otra persona. Y, efectivamente, me fui y enseguida me quedé proyectando y allí estuve como operador hasta mi ida al servicio militar, que fue en el año 42. Ésta es la forma en que yo entré a funcionar en el cine, a trabajar.
T.- Usted conoció todos los cines de Las Palmas y además fue técnico de una comisión para revisión de películas. Cuéntenos esa faceta...
R.- Yo era técnico de la Mutualidad y Montepío de Espectáculos de España, así que yo era el encargado de revisar las películas cuando habían sido averiadas en cualquier cine de la isla. O de las islas. Yo era el que valoraba si había sido rayada, si era la raya fuerte, si era en el sonido... si era la perforación picada... y, entonces, había que hacer una valoración del daño causado y se pedía a la casa que había dado la película, para que hiciera una copia y mandara todo lo averiado. O se contentaba el distribuidor con quitar ya la película y no proyectarla, porque había sido, a lo mejor, por la duración en cartel de la película... Entonces, ya no interesaba porque había pasado por casi todos los cines y ese dinero le iba mejor a él.
T.- ¿Y qué se hacía con las películas que ya estaban agotadas de público? Me refiero a las que ya se habían visto mucho.
R.- Los distribuidores de las películas tenían la proyección comercial de la película, que eran dos, tres o cinco años, pero como no podían entrar la película en la península otra vez, las películas había que destruirlas, y yo las llevaba a un solar que había en Tamaraceite. Allí, como eran de nitrato, con poquito, ardían... Se hacía una explosión y ardía que aquello daba miedo. Luego, hacía un certificado como que la película había sido destruida.
T.- Usted tiene un catálogo con todos los cines de Las Palmas de aquellos años, ¿había muchos cines en Las Palmas?
R.- En el término municipal de las Palmas de Gran Canaria, había cuarenta y tres cines, más cinco parroquiales, uno de verano y tres ambulantes. Bueno, en los pueblos, también pues eran cincuenta y tres. Total... que había en la isla de Gran Canaria ciento cinco cines. Por ejemplo, en Lanzarote, tenían diez cines estables, dos ambulantes y dos parroquiales. En Fuerteventura, tenían cuatro cines. Total: había ciento veintitrés cinematógrafos en la provincia de Las Palmas. Y las casas distribuidoras de películas eran veintiséis. Y también, como pertenecían o tenían la cosa comercial con Las Palmas de Gran Canaria, los cines del África occidental, pues había ocho cinematógrafos entre Aaiun, Ifni y Río de Oro.
T.- Usted dice que en aquellos años no había otra cosa que el cine y el fútbol, ¿no? ¿La gente se divertía sólo con esas dos cosas...?  
R.- Pues sí. Pues el fútbol... con el Marino y el Victoria, el Gran Canaria, el Athletic... pues eran los equipos que jugaban en el cine y campo de fútbol Campo España... Y sí, la gente compartía... Iban los amantes del deporte, iban a ver el fútbol, pero también iban a ver cine, porque al pueblo canario le gustaba mucho el cine. Porque, además de entretener, muchas veces, instruía.
T.- ¿Y qué películas son las que más impacto social causaron en Las Palmas?
R.- Psss... siempre hubo algunas en épocas determinadas... Hubo una época de las películas mejicanas, películas de musicales, etc. Hubo una época de las películas de gánsteres, las películas del oeste y los dramas. Los dramas... bah... los dramas eran... je, je, je... eran lo que les gustaba, sobre todo, a las mujeres. Les gustaba ir a llorar al cine.
T.- Había, en aquellos años, lo que se llamaba la censura, ¿no?
R.- Sí. Y ya lo creo, sí, muy fuerte. La censura era muy fuerte. Cada película que venía en el lote que correspondía a cada película, traía una hoja de censura. En esa hoja de censura, decía los trozos de película que había que cortar. Y como venía numerada la película, íbamos y cortábamos donde decía, de tanto a tanto, y aquello había que guardarlo muy bien, porque venían los inspectores y lo primero que pedían era ver la hoja de censura, a ver los cortes... Después ya empezaron a venir con los cortes hechos desde la Península. Esto era el trabajo de la censura. Aquí no revisaban las películas para censurarlas. Las obras de teatro, sí. De eso soy testigo porque conocía al señor que era el encargado de la censura.


No hay comentarios:

Publicar un comentario