<<La perla del pescador>>
Amanece en la costa y el pescador prepara sus redes,
nadie le gobierna sino el murmullo de las olas, que aún duermen esperando su
juego.
Hace días que la Luna esparció su luz por el fondo del
mar, hace días que las conchas sueñan con un guiño de estrellas. Silban su
canción de arena mientras la vida avanza y el amor se balancea.
Pero el tiempo del marinero es lento y es terco en su
dulce silencio, por eso el nácar lo acaricia, lo calma y lo nombra como es. Sin
amarras ni techo. Así, enjuto, parco en sus gestos de hombre entero.
El océano tiene sus razones, mueve a su manera los
cuerpos, como cáscaras de ostras. Están hechas de grietas por donde se va
colando la grava, fino accidente que dará lugar a la perla.
Teresa Iturriaga Osa
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