POEMAS
PARA UNA MUJER
La
marca de Judith
Vibra
un látigo de arena, un eco.
Es
la mujer arrebatada.
Quema
y estira mi piel, me ataca,
pero
en sus ojos felinos brilla
el
guarapo de una palmera.
Avanza
y se tiende sobre el alacrán,
me
gira al abrazo sin reservas
y
leo su nombre: Judith.
Esquirla
y peineta de sol,
deshoja
cabellos
de
jaima en jaima.
Viene
a ocuparme sin permiso.
Es
ella la que arde entre las llamas,
un
remolino que sube y baja,
va
y viene, viene y va, golpea,
muerde
la lámpara...
Voltea
mi vientre de aceite,
precipita
la oscuridad sumisa,
convierte
en disidencia
la
pasión de una noche,
fricciona
los segundos con la espera.
Sí...
y también viene a por ti...
Vuelve
a gritarte lo mismo.
A
ti, mujer libre de llanto y espinas.
Teresa
Iturriaga Osa
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