jueves, 30 de noviembre de 2017



POEMAS

Sobre el andén

Teresa Iturriaga Osa



Teresa Iturriaga Osa con su directora de tesis Zinaida Lvóvskaya ULPGC
 

Zinaida Lvóvskaya,

madre, amiga, maestra,

in memoriam.

I

          Oh, caminante,

detente y escucha.


El andén está lleno de pisadas de gigantes,

mezcla de sombras y hollín de lágrimas

vertidas en silencio.

Sueños pisoteados como cucarachas

negras que nunca llegarán a su destino.

Mil esperanzas derretidas

sobre un asfalto que lo engulle todo

con su gran boca gris.


II

         Señora,

no pretenda que sus planes de ahorro lleguen a la estación.

En este tren se abolieron las clases de seguridad.

De veras. Ninguna.


La vida cómoda pasa factura

si alguien se decide a entrar en el sótano de esta ciudad

sitiada por su bajo tren de vida.

Aquí no hay distinción entre los seres,

amarillos, rojos, blancos,

verdinegros...


Aquí verá a la prostituta y al cojo sonreír,

cómplices de todas las miradas

en pirueta,

y a usted la buscarán

como un punto fijo

para no precipitarse fuera

del vagón.


III

         Diminutas como las pecas

de un rostro joven

son las luces de los trenes

en la lejanía.


No, no me pidas que renuncie a ser Matilde

mientras sufro

este brutal traqueteo

-versos aderezados

con paisaje de olivos.


IV

- Dime, niña, ¿cuándo viajaste en tren por última vez?

Te convendría hacerlo.

Es el mejor masaje linfático.

El bono incluye roce vital con el sudor humano,

da la medida exacta del físico

propio y ajeno,

del músculo atrofiado al tirar de la maleta.

Todo eso podría liberarte de la realidad virtual

en la que estás metida

hasta las cejas.


- ¿Desde cuándo?


- Desde que el mercader veneciano te vendió

su ordenador usado.


V

         La extensión de la vía me habla

de la capacidad

de los sueños,

de los infinitos errantes

que nos esperan

si sabemos

añorarlos, cocinarlos y rezarlos…

como un arroz con leche

en su punto.


VI

         Si buscas un pretexto para viajar en tren

hasta el más allá del que ya no volverás,

no cuentes conmigo.

Vete si quieres.


          Pero piensa antes

en todos los huérfanos que dejarás tras de ti,

y a los que podrías haber amado tanto

como las olas

que acarician tus orillas.


         No concibo una vida sin mariposas en la frente

y allí donde tú vas, querida amiga,

de tu tren de larga distancia,

nadie ha vuelto para decirme si las ha visto

revolotear por los jazmines.


         Vete tú,

vete si tanto lo deseas,

yo me quedaré aquí

esperando al tren de cercanías.
 
***


Teresa Iturriaga Osa
 
 

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