miércoles, 21 de diciembre de 2016

  
 

Magia al sol


El vendedor empezó a limpiar los libros antiguos, estaban llenos de polvo e intentaba adecentarlos con la manga de su camisa, pero yo le detuve.


        -No, no, no se preocupe, eso no me interesa; alcánceme, por favor, la lámpara de plata. 
        Él extendió su brazo hacia la vitrina y lentamente volvió a iniciar su ritual del decoro, ocultando las manchas del metal.

        Envolvió la joya con un fino paño de seda que bordeaba sus extremos con ribete azul. 
        Estaba predestinada. Todos los objetos de aquel anticuario tenían un mago dormido en su vientre. 

Teresa Iturriaga Osa
 

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