viernes, 5 de junio de 2015

 
LA ESENCIA DEL VIAJE EN EL PERIODISMO
 
DE ANA PUÉRTOLAS
 
 


 
Por Teresa Iturriaga Osa

 
A primera vista, un reportaje de viajes de Ana Puértolas, en cualquier revista, puede parecer un texto de encargo al más puro estilo de una guía turística, pero en cuanto nos dejamos llevar por su escritura, comprobamos que su idiolecto se escapa de los cánones publicitarios. Pionera del periodismo de viajes en España, Puértolas siempre ha buscado la profundidad del alma de las gentes y de los lugares para plasmarla en una escritura de tipo introspectivo, alejada de la retórica. Así lo ha manifestado en innumerables ocasiones al referirse al turismo masivo y superficial que puebla los destinos más ofertados:

 
No es cierto que todas las ruinas, restos y poblaciones estén en el lugar esperado, ni mucho menos que se rindan a la mirada del viajero. Tengo yo un amigo, gran amante de los viajes, que tiene la extraña obsesión, por otro lado bastante común según he podido observar, de querer comprobar con sus propios ojos no ya las visiones soñadas, sino justo la imagen que proporcionan fotos de guías y postales locales. Nada más llegar a una nueva población del recorrido, se abalanza como un poseso a los expositores de cualquier kiosko a la busca de las postales más sugerentes. Una vez están en su poder, intenta localizar su situación en mapas, planos y guías. La última fase es la comprobación y comparación entre la realidad y la reproducción fotográfica. Frustración sobre frustración.

 
Este deseo de autenticidad ha movido a la escritora en todas sus aventuras periodísticas, procurándole un estilo espontáneo y desenfadado, pero, a la vez, documentado, siempre fiel a una vocación pedagógica que persigue la formación crítica del aprendiz de viajero. El lector va de su mano hacia un resurgir del pensamiento reflexivo, removiendo los cimientos de su tranquilo acontecer diario, probablemente encerrado en sus fronteras físicas y psíquicas. Asimismo, Puértolas fue una de las primeras mujeres españolas que defendió el derecho de la mujer a viajar sola por el mundo. Este especial interés por el papel de la mujer se aprecia en sus primeros consejos periodísticos para viajar por otros países, cuando literalmente empujaba a las mujeres españolas a traspasar las fronteras, sin olvidar que “la viajera que entra en este contexto, debe ser consciente en todo momento de que protagoniza un hecho inususal, en colisión con la moral y los usos tradicionales de sus anfitriones”. Su propia experiencia de la vida le ha ido enseñando el valor de la prudencia, porque los cambios se producen paulatinamente, pero a diferente ritmo, según lo establezcan las culturas. Por ello, en sus viajes por el mundo, ha adoptado un talante conciliador y sereno, como se refleja en su artículo “Viajar solas por tierras de hombres”, donde nos confirma su pasión por el viaje, pero con una nueva sabiduría de “la transparencia” que explica de la forma siguiente:

 
Conseguir la invisibilidad: éste es el gran objetivo de toda mujer viajera solitaria. Y que no piense nadie que ésta es una conclusión tomada a la ligera ni fruto de una experiencia aislada. Por el contrario, se trata de una deducción hecha de razones, impuesta por la tozudez de unos hechos insistentes y repetidos que no he tenido más remedio que tragarme y aceptar. Y una realidad que marca con crueldad la diferencia de sexos.

 
En todo momento, con sus sueños de igualdad, y con su sencillez extrema, Puértolas incita a la reflexión, aunque su nombre no aparezca en los acontecimientos culturales más relevantes de los círculos políticos y literarios. Sutil en sus textos, su voz es un desafío a los convencionalismos imperantes y nos lleva siempre de la mano hacia un análisis social que investiga la esencia, el origen, el desarrollo y las consecuencias de los hechos que se exponen. Porque esta mujer luchadora, defensora de la libertad, se adentra en los circuitos olvidados del silencio, allí donde se aventuran los viajeros, más que los turistas apresurados. Esa rebeldía por escaparse hacia los espacios desconocidos y abandonar los caminos trillados del sistema occidental le ha acompañado siempre en su escritura.

 
Puértolas no concibe el viaje como una colección de itinerarios e imágenes fotográficas al más tradicional gusto turístico. En la línea del periodismo de viajes, este rasgo didáctico-apelativo característico del género, nos confirma una vez más el interés antropológico que la mueve en su descripción de la realidad. En efecto, sus reportajes de viajes no invitan tanto a emprender un viaje por escenarios de batallas y leyendas épicas, sino más bien a fijarse en los pequeños detalles del camino, a veces salpicado de ermitas y de motivos iconográficos que escapan a la mirada del viajero disperso. De ahí que, a modo de eslabones de una cadena, Puértolas se detenga en los referentes más olvidados del paisaje y, de manera minuciosa, sensibilice a sus lectores ante la realidad del silencio, como parte fundamental del diálogo humano.

 
La ermita abandonada, el silencio del paraje apartado del mundanal ruido, nos hace preguntarnos si no son ésas las señas de identidad de un peregrino que se busca a sí mismo por los caminos. Fuera del dictado de los iconos culturales que marcan las directrices del pensamiento colectivo de una época, Puértolas indica al viajero un camino de reencuentro consigo mismo. En definitiva, la búsqueda del silencio no es más que una alegoría de la libertad individual, es un canto al ser humano libre de las cadenas exteriores, como un retorno a su esencia más íntima y, a la vez, es una denuncia contra el consumo voraz de monumentos y grandezas que hoy se ofrece al turismo actual.


 
(Foto de Ana Puértolas extraída del blog "La línea del horizonte")
 
 

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