LA ESENCIA DEL VIAJE EN
EL PERIODISMO
DE ANA PUÉRTOLAS
Por Teresa Iturriaga Osa
A primera vista, un
reportaje de viajes de Ana Puértolas, en cualquier revista, puede
parecer un texto de encargo al más puro estilo de una guía
turística, pero en cuanto nos dejamos llevar por su escritura,
comprobamos que su idiolecto se escapa de los cánones publicitarios.
Pionera del periodismo de viajes en España, Puértolas siempre ha
buscado la profundidad del alma de las gentes y de los lugares para
plasmarla en una escritura de tipo introspectivo, alejada de la
retórica. Así lo ha manifestado en innumerables ocasiones al
referirse al turismo masivo y superficial que puebla los destinos más
ofertados:
No es
cierto que todas las ruinas, restos y poblaciones estén en el lugar
esperado, ni mucho menos que se rindan a la mirada del viajero. Tengo
yo un amigo, gran amante de los viajes, que tiene la extraña
obsesión, por otro lado bastante común según he podido observar,
de querer comprobar con sus propios ojos no ya las visiones soñadas,
sino justo la imagen que proporcionan fotos de guías y postales
locales. Nada más llegar a una nueva población del recorrido, se
abalanza como un poseso a los expositores de cualquier kiosko a la
busca de las postales más sugerentes. Una vez están en su poder,
intenta localizar su situación en mapas, planos y guías. La última
fase es la comprobación y comparación entre la realidad y la
reproducción fotográfica. Frustración sobre frustración.
Este deseo de
autenticidad ha movido a la escritora en todas sus aventuras
periodísticas, procurándole un estilo espontáneo y desenfadado,
pero, a la vez, documentado, siempre fiel a una vocación pedagógica
que persigue la formación crítica del aprendiz de viajero. El
lector va de su mano hacia un resurgir del pensamiento reflexivo,
removiendo los cimientos de su tranquilo acontecer diario,
probablemente encerrado en sus fronteras físicas y psíquicas.
Asimismo, Puértolas fue una de las primeras mujeres españolas que
defendió el derecho de la mujer a viajar sola por el mundo. Este
especial interés por el papel de la mujer se aprecia en sus primeros
consejos periodísticos para viajar por otros países, cuando
literalmente empujaba a las mujeres españolas a traspasar las
fronteras, sin olvidar que “la viajera que entra en este contexto,
debe ser consciente en todo momento de que protagoniza un hecho
inususal, en colisión con la moral y los usos tradicionales de sus
anfitriones”. Su propia experiencia de la vida le ha ido enseñando
el valor de la prudencia, porque los cambios se producen
paulatinamente, pero a diferente ritmo, según lo establezcan las
culturas. Por ello, en sus viajes por el mundo, ha adoptado un
talante conciliador y sereno, como se refleja en su artículo “Viajar
solas por tierras de hombres”,
donde nos confirma su pasión por el viaje, pero con una nueva
sabiduría de “la transparencia” que explica de la forma
siguiente:
Conseguir
la invisibilidad: éste es el gran objetivo de toda mujer viajera
solitaria. Y que no piense nadie que ésta es una conclusión tomada
a la ligera ni fruto de una experiencia aislada. Por el contrario, se
trata de una deducción hecha de razones, impuesta por la tozudez de
unos hechos insistentes y repetidos que no he tenido más remedio que
tragarme y aceptar. Y una realidad que marca con crueldad la
diferencia de sexos.
En todo momento, con
sus sueños de igualdad, y con su sencillez extrema, Puértolas
incita a la reflexión, aunque su nombre no aparezca en los
acontecimientos culturales más relevantes de los círculos políticos
y literarios. Sutil en sus textos, su voz es un desafío a los
convencionalismos imperantes y nos lleva siempre de la mano hacia un
análisis social que investiga la esencia, el origen, el desarrollo y
las consecuencias de los hechos que se exponen. Porque esta mujer
luchadora, defensora de la libertad, se adentra en los circuitos
olvidados del silencio, allí donde se aventuran los viajeros, más
que los turistas apresurados. Esa rebeldía por escaparse hacia los
espacios desconocidos y abandonar los caminos trillados del sistema
occidental le ha acompañado siempre en su escritura.
Puértolas no concibe
el viaje como una colección de itinerarios e imágenes fotográficas
al más tradicional gusto turístico. En la línea del periodismo de
viajes, este rasgo didáctico-apelativo característico del género,
nos confirma una vez más el interés antropológico que la mueve en
su descripción de la realidad. En efecto, sus reportajes de viajes
no invitan tanto a emprender un viaje por escenarios de batallas y
leyendas épicas, sino más bien a fijarse en los pequeños detalles
del camino, a veces salpicado de ermitas y de motivos iconográficos
que escapan a la mirada del viajero disperso. De ahí que, a modo de
eslabones de una cadena, Puértolas se detenga en los referentes más
olvidados del paisaje y, de manera minuciosa, sensibilice a sus
lectores ante la realidad del silencio, como parte fundamental del
diálogo humano.
La ermita abandonada,
el silencio del paraje apartado del mundanal ruido, nos hace
preguntarnos si no son ésas las señas de identidad de un peregrino
que se busca a sí mismo por los caminos. Fuera del dictado de los
iconos culturales que marcan las directrices del pensamiento
colectivo de una época, Puértolas indica al viajero un camino de
reencuentro consigo mismo. En definitiva, la búsqueda del silencio
no es más que una alegoría de la libertad individual, es un canto
al ser humano libre de las cadenas exteriores, como un retorno a su
esencia más íntima y, a la vez, es una denuncia contra el consumo
voraz de monumentos y grandezas que hoy se ofrece al turismo actual.
(Foto de Ana Puértolas extraída del blog "La línea del horizonte")
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