viernes, 3 de octubre de 2014


CAMPOS ELÍSEOS

 Colección poética de Teresa Iturriaga Osa
 
 




Aurora Boreal® en eBook www.auroraboreal.net info@auroraboreal.dk

 
Libro de poemas titulado Campos Elíseos,
de Teresa Iturriaga Osa, en edición electrónica de la Editorial Aurora Boreal (Copenhague).
 
PRÓLOGO A CAMPOS ELÍSEOS
 
Por Vicente García Hernández
1
 
Campos Elíseos lleva por título este nuevo poemario de Teresa Iturriaga, haciendo alusión, quizá, a ese lugar sagrado y misterioso, en el Hades, donde las sombras de las almas virtuosas han de pasar la eternidad en tertulia feliz y luminosa: tertulia de amigos, desde luego, que sin duda hablan, y siguen así, en el ámbito de la palabra, comunicándose, diciendo y nombrando las cosas, para que, en sus vidas de sombras, eternas, siga siendo y estando en ellos y con ellos todo aquello con lo que vivieron y soñaron, y estimaron hasta la emoción.
 
Es decir, en estos campos particulares de Teresa Iturriaga, además de sombras, habrá por lo que se ve palabras, como signo de que lo visible sigue viviendo incluso en el más allá de lo invisible, el otro mundo, donde la muerte ya no es muerte, y no lo es porque en ese más allá hay lugar para la conversación y el diálogo, para la plática y las miradas, para la vida expresada y dicha, apalabrada, y, como tal, gozada por lo que antes que sombras fueron polvo, pero polvo enamorado.
Descubro en este libro que la poesía de Teresa Iturriaga es, como diría Paul Valéry, el resultado de «una vida interior que podría calificarse de mística». Ella misma lo tiene escrito: «la verdadera batalla es la que se libra en el interior de uno mismo». El interior del poeta, o donde habitan las dudas y las certezas, la verdad y la mentira, el sí y el no de las máscaras de cada uno. Y donde todo se transforma en vida propia, incluso las desesperanzas y los deseos no cumplidos, que luego se hacen poema, o palabras que nada explican quizá (en poesía no es necesario explicar nada), pero que, con el fin de conmover, sí dicen emocionadamente las cosas y las trascienden. Una cosa dicha, cualquier cosa (Rilke), es algo trascendido, sublimado; es algo que, por haber sido significado en la palabra, pasa de un alma, la del poeta, a otra alma, la del lector, recreándose, inventándose en ambos.
 
Pero, antes, está el exterior, o la contemplación minuciosa de lo que ocurre en el entorno del poeta, ese mundo de sorpresas, de detalles mínimos, de «crepúsculos de sal», dice Teresa, de brumas y gaviotas, de «agua que habla» en el fondo del vaso, de ese «bello animal en confidencia», la concha, o todo aquello que da luz a la vida y la conmueve y la excita, y, sacándola de la monotonía de su vulgaridad, la hace convertirse (por culpa del poeta) en poema o en objeto del poema, embelleciéndola en todo caso.
 
2
Teresa Iturriaga lo significa: «Ese brillo de las achicorias salvajes / se desliza por entre mis ojos niños». Teresa, pues, niña; niña que todo lo mira con asombro; asombro que no sólo es el principio de toda filosofía, como diría Aristóteles, sino de cualquier poesía. Como la tierra que se apropia de la gota de lluvia que la visita y, ya en sus raíces, crea la hoja y el pájaro, y su nido, y sus músicas de allá arriba (confundidas éstas con las de allí abajo), así el poeta, la poeta, es a un tiempo niño en contemplación y místico que absorbe el espíritu de lo que mira y lo recrea luego haciéndolo letra para otras músicas; músicas estas, que, sin dejar de ser de este mundo (los miedos, las cansancios, las carencias todas son de este mundo), se tornan luego, sin embargo, músicas celestiales, interpretadas por la orquesta casi divina (o sin casi) de la palabra: es la palabra transfigurada en poema en la alfarería del poeta.
Según viene a decir Teresa Iturriaga, la poesía se logra con la interiorización de las cosas que contempla el poeta; contemplar e interiorizar: de este modo las cosas se gozan dos veces, una en la contemplación y otra en la interiorización de lo contemplado; hay, pues, dos estremecimientos que hacen que las cosas se hagan parte del poeta, o un todo con el poeta, y también con el lector que las percibe y las goza más tarde con la misma embriaguez del poeta, o aún mayor, en su lectura. Contemplación: sentidos; interiorización, misticismo; o el camino de perfección, apasionado, del poeta hasta la obra de arte, el poema, que nace en su alma y se proyecta en la palabra, su hermoso barro de alfarero.
 
3
 
(Asombrarse es dejar que algo te penetre, y tome posesión de tu alma).
En el hermoso poema Piazza dei Duomo, Teresa Iturriaga lo expresa de un modo magistral: «Perdida», dice, «sin más brújula que el alma, caminé la ciudad abrasada»; es decir, la brújula del alma como guía de sus ojos y sus pasos, y, como consecuencia, el intercambio de los latidos de las cosas en ella y los de ella en las cosas, o, como se ve, un acontecimiento de permutas, de reciprocidades: «Te doy; me das», viene a decir la poeta. O, entre el ser del poeta y el ser de la cosa, el perfecto amor, comulgándose ambos, prestándose vida ambos, hasta crear una nueva vida, en este caso, la del poema, que da con los nudillos en la belleza y la despierta, haciéndola así luego, para poder ser comulgada, belleza dicha, hablada.
Por algo -y según una cita de Víctor García de la Concha-, Jacques Rivière llamaba a la obra poética aún inédita de Paul Valéry textos «en el estado del alma». Un libro sin publicar es, pues, un libro «en el estado del alma», como yo he podido leer y saborear (¡qué manzana más gustosa!) este Campos Elíseos, texto en el estado del alma, o en estado de perla (perla preciosa) todavía en su ostra, que se abrirá en libro, desde luego, para lucir, como luce en este caso (y en otros) la sensibilidad de Teresa.
E indicar que es este un libro breve en páginas y palabras, pero no por eso menos extenso en belleza y procacidad formal, en atrevimiento lírico; quiero decir: libro distinto, y, como tal, original, y con la atracción primaveral de lo nuevo y estallante. Hojearlo me ha supuesto sentirme lector asombrado; y ser cómplice, por mi asombro ante el mundo y sus espasmos o vibraciones, con la autora.

 
Descarga gratuita en:

http://www.auroraboreal.net/images/stories/editorial/narrativa/Campos%20Elíseos%20ebook.pdf

 
 
 
 Teresa Iturriaga con el poeta Vicente García Hernández,
autor del prólogo.
 
 
 
*********

No hay comentarios:

Publicar un comentario