viernes, 25 de marzo de 2022

 

LLÁMAME GILDA



(…) “Dicen que todos tenemos un doble en algún sitio... Yo sólo estoy de paso, vivo en París.
—Perdona... es que eres clavada a una chica que no veo desde hace años. A ella le gustaba mucho venir por aquí de potes, solía pedir clarete con gildas.
—Yo siempre que estoy en Bilbao vengo a este bar porque me chiflan.
—Por cierto, me llamo Jon, ¿y tú?
—Bueno, en realidad, la gente me llama de muchas formas según el caso, aunque de joven me pusieron un nombre que aún conservo... Gilda, llámame Gilda.
—Encantado, Gilda. Estás invitada.
—Muchas gracias, Jon, qué amable...
—La verdad es que tienes el nombre bien puesto por ese punto de salitre y el suave picante que me llega de ti. Eres muy femenina en tus poses. Como Rita Hayworth, pero en moderno... sin la bofetada, claro. Dios nos libre de eso.
—Sí, es que soy un crisol -sonrió maliciosa con el triunfo de una red llena de anchoas-. Mi aita decía que somos lo que comemos y puede que tuviera algo de razón... Y ahora tengo que marcharme. Ha sido un placer conversar contigo, Jon. Dale recuerdos a Miren cuando la veas.
—Se los daré de tu parte, descuida —nada de lo que Gilda dijera podría confundirle, él sabía que sus almas gemelas eran viejas traineras que se habían reencontrado muchas veces-. Me gustaría volverte a ver en escena. ¿Quedamos mañana?
—No creo que pueda, Jon, ya nos vemos otro día —pronunció ella con voz de terciopelo, acercándole el aliento y dejando caer un guante en su oído—, tenemos todo el tiempo del mundo, bihotza. En esta vida o en la otra...”

Fragmento del relato
“Palabra de gourmet”, de Teresa Iturriaga Osa, Ed. La vocal de Lis.


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