jueves, 21 de mayo de 2015

 
La pausa o la vida
 
 Teresa Iturriaga Osa
 
 
 
 
 
 
Siempre creí
que las ciudades con orgullo
albergan una pequeña pausa,

al parecer uno de los lados
más humanos de la Antigüedad.
Y esa cápsula de tiempo
es guardiana del encanto,
guisa los instantes y prodigios sucesivos
en las casas levantadas
al galope de los siglos.
 
 
Silencio a silencio.
 
 
Punto de encuentro preciso
donde la feria de las vanidades
sedimenta su ruido.
Mientras las callejuelas esquivas
tejen su ganchillo de plazas,
los conventos rezan su rosario... llamas, lluvia, 
dulce santo y seña de las iras encendidas.
Entonces, los patios toman las riendas,
se frotan los geranios 
y con tres deseos apuntalan la vida.
 
 
Ladrillo a ladrillo.
 
 
 
 
 
 
 

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