sábado, 28 de junio de 2014






 
        OPINIÓN

 

LA FUERZA DE LA PALABRA


Por Teresa Iturriaga Osa

 

        Sigo creyendo a pesar de los tiempos que corren en la fuerza de la palabra como lugar de encuentro entre semejantes y diferentes. Una sociedad democrática se diferencia de cualquier oligarquía en su modo de resolver los conflictos, en sus argumentos para dar sosiego y respuesta a las quejas, opiniones o sentimientos de razón contraria. Por ello, la palabra es una herramienta indispensable en la construcción de una civilización de paz, sin las viejas estrategias del bruto. La palabra establece las bases de una sociedad en la que puede desarrollarse sin freno la cultura. De ahí la importancia de los foros de expresión. Sabemos que comunicarse con los demás es un signo de madurez, aunque muchas veces no nos apetezca salir de la reclusión y hablar con el otro, pero así se vence la gravedad y el autismo que nos enferman poco a poco hasta morir de aislamiento. En ese sentido, utilizar la pluma se convierte en una especie de arte de la esgrima, una técnica en la que todos deberíamos ejercitarnos para ofrecer soluciones. Porque escribir, en definitiva, es luchar con eficacia, como quien tiende "una mano de hierro en guante de terciopelo", nos dicen los maestros orientales.

 

        La libre expresión nos educa en la tolerancia, una escuela de respeto que nos ayuda a aceptar todas las visiones y a no ser absorbidos por un sistema que anula tanto el espíritu crítico como el de consenso. Nos referimos al pasotismo, a la dejadez y al estado de idiotez en el que se sumergen las sociedades occidentales a pasos agigantados. Es el letargo al que nos va llevando la consagración del mito de plástico en una sociedad de consumo donde se valora más la silicona que una buena gimnasia de neuronas. Asistimos, día a día, a un mercado de espectáculos donde los sentimientos cada vez tienen menos cabida y la nada avanza sin fe en lo humano. El escritor Pedro Salinas ya lo expresaba así en el ensayo titulado "El defensor" (1948):


"No habrá ser humano completo, es decir, que se conozca y se dé a conocer, sin un grado avanzado de posesión de su lengua. Porque el individuo se posee a sí mismo, se conoce, expresando lo que lleva dentro, y esa expresión sólo se cumple por medio del lenguaje. Hablar es comprender, y comprenderse es construirse a sí mismo y construir el mundo. A medida que se desenvuelve este razonamiento y se advierte esa fuerza extraordinaria del lenguaje en modelar nuestra misma persona, en formarnos, se aprecia la enorme responsabilidad de una sociedad que deja al individuo en estado de incultura lingüística. En realidad, el hombre que no conoce su lengua vive pobremente, vive a medias, aún menos. ¿No nos causa pena, a veces, oír hablar a alguien que pugna, en vano, por dar con las palabras, que al querer explicarse, es decir, expresarse, vivirse, ante nosotros, avanza a trompicones, dándose golpazos, de impropiedad en impropiedad, y sólo entrega al final una deforme semejanza de lo que hubiese querido decirnos? Esa persona sufre como de una rebaja de su dignidad humana. No nos hiere su deficiencia por vanas razones de bien hablar, por ausencia de formas bellas, por torpeza técnica, no. Nos duele mucho más adentro, nos duele en lo humano; porque ese hombre denota con sus tanteos, sus empujones a ciegas por las nieblas de su oscura conciencia de la lengua, que no llega a ser completamente, que no sabremos nosotros encontrarlo. Hay muchos, muchísimos inválidos del habla, hay muchos cojos, mancos, tullidos de la expresión".


        Por consiguiente, hay que volver a los orígenes. La palabra es nuestro camino de evolución como especie, es lo que nos eleva por encima del reino de las bestias. No lo duden: la palabra es el futuro.

 

 ***

 

Teresa Iturriaga Osa

Doctora en Traducción e Interpretación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Reside en Canarias desde 1985. Dedicada a la gestión cultural, periodismo, sociología, radio, poesía, relato, ensayo, investigación, traducción. Directora de proyectos interculturales Que suenen las olas (Canarias-Marruecos) y Alar de rosas (España-Honduras). Sus libros: Mi Playa de las Canteras, Juego astral, Revuelto de isleñas, Desvelos, Sobre el andén, Gata en tránsito, Campos Elíseos, En la ciudad sin puertas, DeLirium, El oro de Serendip (L’Or de Serendip ed. francesa), Arden las zarzas y Palabra de Gourmet. Se incluye en varias antologías: Orillas Ajenas, Hilvanes, Fricciones, Ecos II, Doble o nada, París, Mujeres en la Historia I-II-III-IV, Casa de fieras, Madrid en los poetas canarios, Pilpil y mojo, Palabras descalzas, Sexo robótico 2120.

 


jueves, 19 de junio de 2014

 
                      POESÍA
 
           <<Niña y mar>>

 
 
 


        Mira a esa niña adentrarse en el agua.
Pequeño trébol de cuatro hojas,

amazona de espumas cabalgando la marea.
        Por flotador, pulseras al brazo, solo luz.


        Cruza tumbas de aguavivas,
dos peldaños de honda orilla,
un crispado mar con las fauces locas de sal.
        Ella es caricia, le despeina las entrañas a su amigo.


         Y avanza como un abrazo sin miedo,
surfeando una espalda de olas,
sin atender silbatos, temor de hombres, avisos.
        Nada y nada... ahí va... con su madre dentro.



Teresa Iturriaga Osa


Las Palmas de Gran Canaria, junio 2014.






martes, 10 de junio de 2014


“El Patio” Antiques:

la exquisita tienda de Terri Silverstone

 

Por Teresa Iturriaga Osa

 
 
IN MEMORIAM


 

ENTREVISTA



Yo pagaría por estar aquí. La tienda es toda mi vida. Es más importante que cualquier otra cosa en mi vida. Lo paso tan bien... Es como un club. Y, aunque me toque el primer premio de la lotería, voy a continuar aquí, porque si no tengo una actividad, me aburro muchísimo.”



- Terri, si quieres, vamos a empezar nuestra charla recordando un poco los orígenes de esta tienda... Cuéntame cómo llegaste a Canarias y cómo se te ocurrió abrir una tienda de antigüedades en Las Palmas...

- Bueno, yo abrí esta tienda en el mes de octubre del año 1968, pero yo ya llevaba nueve años aquí, porque yo llegué a Las Palmas a finales de 1959. Durante varios años venía a pasar los inviernos, ya que en verano iba a Grecia, tenía un trabajo allí. Volvía aquí hacia el mes de octubre, noviembre... y me quedaba hasta abril o mayo.

- ¿Te quedabas a pasar el invierno para no sufrir el frío de Europa?

- Sí.

- ¿Y empezaste tú sola en el mundo de las antigüedades?

- No, fue con mi amigo Bertrand, un amigo francés que es como si fuera mi hermano. Yo no tenía dinero entonces, así que él puso el dinero y yo el trabajo. Pero a los dos años, le devolví su dinero y me quedé yo sola con la tienda.

- Después de muchos años me parece que has conseguido una lista de buenos clientes.

- Sí, bueno, fue haciéndose muy poco a poco, tardé bastante en formarla, porque los tres o cuatro primeros años tenía que suplementar lo que podía ganar con traducciones y trabajitos, porque...

- No era fácil empezar.

- No. Y además, yo no tenía experiencia y tampoco tenía bastante mercancía, porque para vender bien hay que tener la tienda a tope. Yo cogí la tienda de Nicolás Brusilowski, un amigo, y él me dejó en depósito unas cuantas cosas que le quedaban de su mercancía para liquidar, pero los precios eran exorbitantes. Todo el dinero que gané en la tienda durante varios años lo invertí en más mercancía. Sobre todo, los primeros años traía mercancía de Inglaterra y algo de Turquía, porque en verano, como suplemento, vendía ropa muy original, un poco hippie, pero muy especial, con bordados, etc. Era ropa que no existía aquí, yo fui la primera en traer ese tipo de prendas. En cuanto a los muebles y los cuadros, vendía poco al principio, pero después de cuatro o cinco años, cada vez fue vendiéndose más y yo iba mejorando la calidad también. Luego, empecé a comprar en Francia, en París, y mezclaba entonces los muebles antiguos ingleses con algunos franceses también.

- ¿Y las joyas que se ven aquí?

- Bueno, esto de las joyas es relativamente nuevo, porque los primeros años no vendía joyas. Empecé... pues... hará... diez años más o menos.

- Y proceden de diferentes países, ¿no? Por ejemplo, tienes joyas del Tibet, de Estambul...

- De Nepal también. Cuando yo voy de vacaciones a destinos exóticos, suelo traer cosas de esos lugares.

- Bueno, yo siempre te he dicho que para mí es increíble que viajes sola por esos países donde no conoces prácticamente a nadie y te adentres en territorios donde supongo que tendrás que acceder a las aldeas para contactar y negociar con los artesanos... Cuéntame esa experiencia.

- Bueno, por ejemplo, en la India y en Nepal, la “lingua franca” es el inglés, y como yo soy inglesa...

- ¿Pero eres bien recibida como mujer en esas culturas? ¿No te da un poco de miedo?

- Noooo... al contrario. ¡Todo lo contrario! En los países donde hay budismo, se puede salir a la calle cubierta de joyas a las tres de la madrugada, bueno... en realidad, a las tres de la madrugada no hay nada que hacer en esos países, es para acostarse a las diez y media y levantarse a las seis y media. Allí no hay disipaciones nocturnas, por desgracia... Ja, ja, ja.

- Ya. Pero tú vas tranquila, quiero decir que no hay delincuencia.

- No, también es que voy a sitios pequeños como Katmandu... Bien, es una ciudad grande, pero no pasa nada, en absoluto. Además, siempre voy con dos o tres amigas o con un grupo pequeño. A mí no se me ocurre tener miedo, ni en Estambul tampoco tengo miedo, no.

- Y cuéntame algo de tu último viaje a Nepal, de donde proceden estas joyas. Sé que fue muy interesante para ti en todos los sentidos, ¿contactaste con nuevos artesanos al azar o ya llevabas una ruta preparada?

- Fui con un grupo en un viaje organizado, pero con tiempo libre, y en casi todos los sitios, la gente venía desesperada porque ya no hay turismo, por la situación, que desde hace cuatro años va cada vez peor. Ya casi no hay turismo en Nepal. ¡Sólo quedamos los intrépidos!

- ¡Como tú!

- Sí, claro, sólo los intrépidos siguen yendo allí. Pero ahora está peor aún que cuando fui yo por última vez. Allí la gente se acerca a ti desesperados por vender. Yo nunca regateaba con la gente porque son tan pobres que me parece de mal gusto hacer esas cosas, pero hay gente que sí lo hace y se aprovecha de esa situación. Los precios son tan bajos de cualquier forma... que...

- Ellos trabajan el oficio por vía familiar, se lo enseñaron sus padres, sus abuelos...

- Sí, y en Nepal, lo mismo que en la parte de la India de los Himalayas, hay muchísimos refugiados tibetanos y traen las joyas que pueden como lo único que pueden sacar del país.

- Y en cuanto a los muebles, escritorios, vitrinas, mesitas, etc., ¿vendes muchas antigüedades de este tipo?, ¿cómo está la situación actualmente?

- Los muebles van vendiéndose muy lentamente.

- ¿Tú crees que ha cambiado el gusto de la gente o es por motivos económicos?

- Sí, claro, es por una cuestión económica, porque algunas personas hablan de “minimalismo”, pero eso no es nuevo, esa tendencia lleva ya siete u ocho años. Además, el “minimalismo” está muy bien si tienes una estatua griega o romana y un picasso, porque entonces no necesitas otra cosa... como mucho una planta... Pero si no tienes esas posibilidades, es mejor poner una atmósfera en tu casa con muchos objetos y cuadros, porque tener “minimalismo” con cosas de Ikea o de El Corte Inglés... psss... no tiene ningún interés.

- Terri, ya casi no quedan anticuarios en Las Palmas, aparte de Guillermo y José Luis y... ¿Hay alguien más? ¿Cuántos sois en total?

- Sí, somos tres los que quedamos. El Encante, Guillermo, que actualmente está cerrado por reformas, y yo. Y... ¡todos nos quejamos! Ja, ja... pero... ¡bien! Bien, porque finalmente logro cubrir los gastos. Yo pagaría por estar aquí. La tienda es toda mi vida. Es más importante que cualquier otra cosa en mi vida. Lo paso tan bien... Es como un club. Y, aunque me toque el primer premio de la lotería, voy a continuar aquí, porque si no tengo una actividad, me aburro muchísimo.

- Sí, sí, eso se nota. Se nota que te apasiona tu trabajo. Y, para terminar, dime cuál será tu próximo viaje, ¿dónde te vas esta vez?

- Uf... me gusta tanto la India... que me gustaría volver otra vez a la India. Pero no sé, tal vez, la India del Sur. O... si no... tal vez Samarcanda y la Ruta de la Seda... Y un día al Japón. Y un día a Australia, también. Ja, ja, ja... Pero esos son viajes muy caros, porque si voy a Australia, por lo menos, voy por un mes, porque cansa mucho, y lo haría en dos partes, además.

- Bien, querida Terri, ha sido un verdadero placer charlar contigo y disfrutar del café de Manolo esta tarde. Y, desde aquí, invito a todos aquellos que aman la belleza a que se pasen un día por la calle Constantino, nº 7, y se atrevan a cruzar el antiguo pórtico de esta preciosa tienda de antigüedades que esconde tesoros como los de los cuentos de “Las mil y una noches”. Orfebrería de Nepal, Estambul, Samarcanda... En fin... La tienda debería llamarse “Tentation Terri...ble”, casi no puedo resistirme al deseo de llevarme todo lo que estoy viendo en las vitrinas. ¡Qué preciosidad!


(Reportaje publicado antes de su fallecimiento hace unos meses. Es un homenaje, un recuerdo a una mujer valiente y creadora. Descanse en paz.)