jueves, 27 de septiembre de 2012

"El edén era un engaño" (2ª parte)


Carmen Marina Rodríguez Santana

Primer accésit en el XIV Concurso Trinidad Arroyo convocado por la Concejalía de Igualdad de Oportunidades, Familia y Mujer del Excmo. Ayuntamiento de Palencia.

(2ª parte del relato "El edén era un engaño")


Un día más, el harmattán soplaba cubriendo el cielo con su niebla seca que impedía incluso la visión de la cercana Hargeisa. Seguramente era él el que traía consigo la causa del fuerte dolor en el vientre de Nuuru cuya silueta a la luz del candil sobre las paredes de adobe semejaba al volcán de Surud Ad. La joven apenas había podido descansar en toda la noche, retorciéndose de dolor como culebra del Majertén. Aún reinaba la madrugada cuando Nuuru adoptó la postura de cuclillas porque sentía la imperiosa necesidad de empujar para sacar al exterior todo aquello que con urgencia reclamaba abandonar su cuerpo. Cerró los ojos para concentrar en el acto toda su fuerza y al tercer pujo lanzó un grito que hizo espantar a los cebúes más lejanos que abrevaban en el río. Entonces, escuchó el llanto de Ayaan. Ayaan pesó poco más de kilo y medio y a su madre le pronosticaron que ese bebé no iba a vivir. Nuuru se consoló pensando que mejor así, ya que ser mujer en un no-Estado como Somalia es peor que una desgracia, es una condena a una muerte lenta, cruel e invisible. Pero Ayaan sobrevivió y tuvo una infancia normal: normal para los que eran como ella. Hija de Hirsi, que era hijo de Magan, y éste de Isse, e Isse de Guleid, que a su vez era hijo de Alí. Una familia que salió de Arabia hacia Somalia hacía 800 años, cuando comenzó el gran clan de los Darod. Hirsi Alí es una Darod, una Harti, una Macherten, una Osman Mahamud. Es de la rama llamada la Espada Más Alta. Era una Magan, le advertía su abuela, agitando una vara delante de ella mientras la obligaba a memorizar a sus ascendientes. “Los apellidos te harán fuerte. Son tu linaje. Si los honras, te mantendrás viva. Si los deshonras, te abandonarán. No serás nada. Llevarás una vida miserable y vivirás sola”.

A los cinco años fue cuando su abuela decidió que se sometiera al rito de la purificación, en contra del deseo de su padre que no apoyaba esas ideas por considerarlas antiguas y aberrantes. Pero su padre no estaba; había partido para la venta de un rebaño de cabras. Y en Somalia, al igual que en muchos países de África y Oriente Próximo, se purifica a las niñas mutilándole los genitales. Así que, ese día su abuela decidió que su kintir, su clítoris, era muy largo. Un circuncisor tradicional itinerante del clan de los herreros llegó a su casa. El hombre tenía unas inmensas tijeras en la mano. Su abuela y otras mujeres la sujetaban. Aquel hombre puso sus sucios dedos sobre su sexo y empezó a pellizcarlo, como se pellizca la ubre de las cabras a punto de ser ordeñadas. Entonces, las tijeras descendieron entre sus piernas y el hombre cortó sus labios interiores y el kintir, tal como el carnicero ejecutaba en la carnicería. El dolor experimentado no tenía medida, la invadió entera, de pies a cabeza, y le duró... para siempre. Aún después de haberla mutilado, después de notar la sangre caliente corriendo por las piernas, la cosieron. Con una enorme aguja sin punta sellaron sus labios externos. Ella intentaba defenderse como podía pero la abuela no paraba de repetirle que sólo era una vez en la vida, que a partir de entonces estaría limpia, que tenía que ser valiente. La pesadilla acabó cuando aquel hombre cortó el hilo con sus dientes.

En el año 1989, el año en el que el ayatolá Jomeini dictó una fetua contra Salman Rushdie, Ayaan era una devota estudiante matriculada en la Escuela Musulmana para Chicas de Nairobi. Su padre, un líder somalí rebelde, había intentado el año anterior un golpe de Estado contra el dictador Mohamed Siad Barre, así que, la familia vivía en el exilio en Kenia y a Ayaan se le concertó un matrimonio con un rico tratante de ganado. Una semana antes del matrimonio, el hombre comprobó si el sexo de su futura esposa estaba aún sellado. Como fue aceptada, Ayaan debía volver a la curandera gudniin para una segunda operación en la que deberían despegarle sus labios externos. Ayaan prefirió huir; por nada permitiría que su destino fuese el que los demás trazaran para ella. Huir hacia Europa idealizando una vida futura desprovista de penalidades. Tuvo suerte: el destino la llevó a Holanda alcanzando a ser diputada en el Parlamento por el partido liberal. Cuando Hirsi Alí intentó, desde su papel de mujer política en ese país, abordar temas como la ablación o los crímenes de honor, sus compañeros de entonces le echaban en cara que no respaldara sus argumentos con datos. Y es que no podía hacerlo; no existían. Ni siquiera Amnistía Internacional tenía entonces estadísticas sobre cuántas mujeres en todo el mundo eran víctimas de crímenes de honor. Conocían cuantos hombres eran encarcelados y torturados, pero eran incapaces de elaborar tablas con los números de mujeres flageladas o lapidadas en público. En la actualidad, Ayaan se siente afortunada. No muchas mujeres son afortunadas en los lugares de donde ella procede. Se considera en deuda con todas ellas de alguna manera. Necesita encontrar a las mujeres que permanecen atrapadas en esa jaula mental, en la estructura de la irracionalidad y la superstición, y convencerlas de que tomen en sus manos las riendas de sus vidas. En los últimos cincuenta años, el mundo musulmán se ha visto catapultado a la modernidad. Entre su abuela y ella media un lapso de tan sólo dos generaciones pero, en realidad, el salto es milenario. Lo cierto es que, hoy, cuando se cruza la frontera de Somalia, se retrocede en el tiempo cientos de años. Y ella no cree que hagan falta 600 años de reforma para cambiar el concepto de igualdad y derechos individuales. Ya tienen el modelo, sólo habría que copiarlo. Pero cuando intentó defender su idea en el Parlamento de que había que cambiar la situación de estas mujeres de inmediato, la respuesta que obtuvo fue la de que hay que tener paciencia. Europa parece estar cegada por el llamado multiculturalismo, subyugada al imperativo de ser sensibles y respetuosos con la cultura de los inmigrantes, defendiendo a los relativistas morales. Pero, ¿es cultura ser lapidada?

Cuando Ayaan contaba catorce años, había sido obligada a observar la matanza de su amiga Nasija a manos de los hombres de la tribu mediante lapidación. Nasija contaba su misma edad, juntas crecieron jugando en su infancia más temprana y al unísono les fue practicada la ablación, hecho que las unió más aún si cabía. Hacía escasamente un harmattán en el cual había transcurrido que Nasija había sido vendida por su padre a un hombre rico por el precio de un rebaño de cabras. Transcurridas algunas lunas, como Nasija no engendraba hijos, su esposo la increpaba y golpeaba a diario mostrando especial acritud sobre su vientre, desde su punto de vista, yermo. Una mañana en la que él partió de viaje para la venta de un rebaño, ella aprovechó la ocasión para huir pero desafortunadamente fue encontrada a los pocos días en una aldea cercana junto a una familia de mercaderes. Le fue atribuido el falso hecho de haber mantenido relaciones sexuales extramaritales y el tribunal del poblado dictaminó que Nasija debía ser condenada a morir por lapidación. A la mañana siguiente la vistieron de blanco, que simbolizaba el color de la muerte, y la forzaron a entrar en un gran socavón excavado en el suelo donde sólo asomaba la cabeza. Le lanzaron piedras a una cierta distancia, ni muy grandes para no matarla enseguida ni muy pequeñas para que causaran dolor. El blanco dejó de serlo para dejar paso al rojo de la vida que se escapaba poco a poco y dolorosamente a través de las heridas.

Ayaan se resume a sí misma como: mujer, negra, musulmana, criada en África, llegada a Europa en 1992, diputada por el Parlamento holandés, escribió el guión de una película dirigida por Theo van Gogh y, por todo ello, ahora vive con guardaespaldas y circula en coches blindados. Afirma que vivir amenazada de muerte es como enterarse de que se tiene una enfermedad crónica. Puede recrudecerse y matarte, o puede que no. Tal vez suceda en una semana, o tarde años. O no suceda nunca y muera de forma natural. Pero siempre dice a quienes le preguntan esto que en Occidente la vida se toma como si estuviera garantizada para siempre. Donde ella nació, y en toda África, la muerte está en cada esquina. Virus, bacterias, guerras, sequías, inundaciones, hambrunas, soldados y torturadores se la pueden arrebatar a cualquiera en cualquier momento. Incluso amenazada y con guardaespaldas, siente el privilegio de estar viva.

A pesar de que toda la entrevista se ha producido en su totalidad en inglés, antes de marcharse Ayaan te ha regalado su libro “Mi vida, mi libertad” en el que te plasma una dedicatoria en un perfecto castellano:

“El edén era un engaño. Cada mujer debe apearse de su infierno particular y construir su propio paraíso. Mucha suerte en tu vida, Eva”. Ayaan Hirsi Alí

Has quedado impactada, no sólo por todo lo relatado sobre su vida y la de las mujeres somalíes sino porque te ha adivinado; no te conoce en absoluto y te ha descubierto. Puede que lo supiera por ese morado sobre tu mandíbula, que has intentado disimular con el maquillaje y el pelo suelto; o por esa mirada melancólica que grita en silencio que guardas un terrible secreto y de todo lo cual es ella sagaz detective. Irremediablemente, tardas casi media hora en recomponerte, recoger tus cosas y abandonar el reservado. Una vez en tu habitación, te acomodas y lees el relato autobiográfico de esta mujer que ha luchado para dejar de ser esclava de sus costumbres y formarse como persona, llevada casi exclusivamente por su propio ímpetu, en una trayectoria en la que destaca la sinceridad que es la que al final le ha permitido distanciarse tanto del fundamentalismo islámico como de la corrección política europea. Con un estilo directo, claro, transparente, contundente e inteligente, la ex diputada desgrana en su libro la dramática historia de una revolución personal.

A tu llegada a Madrid, ves la ciudad cambiada, con distinto color. La luz se te antoja que nace en la profundidad del Manzanares, se refracta en el aire para coger impulso, elevarse y prender con prepotencia en el cielo donde se descuelgan altaneras las nubes errantes que ignoran por completo la gravedad terrestre. Observas tu silueta en el cristal de un escaparate y, por primera vez desde hace mucho tiempo, te gusta lo que contemplas. Finalmente, ha llegado hasta ti el edificio de la redacción del periódico y tus andares firmes y tu sonrisa son imanes para las miradas de tus compañeros. Una vez en el despacho de Heni, como amistosamente te gusta llamar a tu jefa, le anticipas que el artículo será una bomba informativa, que te deje unos días y estará preparado para la impresión porque andas buscando piso de alquiler y necesitarás algún tiempo para la mudanza. Y que, además, te has creado una nueva dirección de correo electrónico que, inmediatamente, le instas a que apunte en su agenda. Y que, además también, necesitas te provea de un nuevo teléfono móvil porque el tuyo lo has dejado en el hotel de Washington.
 
 carmenmarinarodriguezsantana.blogspot.com
 

miércoles, 26 de septiembre de 2012

NO FRENES LA LENGUA DE LOS PÁJAROS, DE BEGOÑA LEONARDO, EN GROENANDIA


Groenlandia presenta:
No frenes la lengua de los pájaros, de Begoña Leonardo.
Prólogo de M J Romero.
Epílogo de Eva Márquez.
Arte de José Naveiras García y Felipe Zapico.
Lo puedes leer de manera gratuita en estos enlaces:


  “En estos contrapuntos se halla la principal característica de la poética de Begoña Leonardo: el haber sabido aunar lo universal y lo particular, la mujer amazona como símbolo y la realidad de mujer niña y mujer amante. Esto no es ninguna nimiedad, pues si algo ha de tener un libro de poemas es una poética propia, original, y bien definida. Condiciones que se ven cumplidas sobradamente en este libro”.(Fragmento del prólogo de M. J Romero)
“Lo que más me asombra de esta poetisa es su capacidad para invadir tu intimidad como lector o lectora, aportando de sí misma todo y nada en el mismo puchero; es decir, Begoña sabe desgarrarte desde dentro más por lo que no cuenta que por lo que cuenta en sus poemas; su poesía está invadida de mensajes literarios fuertes, contundentes y nada condescendientes, elaborados con el tesón de la paciencia, con la lava ardiente que desprende su experiencia y con una desmedida distancia entre su yo primigenio y su yo poético” (fragmento del epílogo de Eva Márquez).

lunes, 3 de septiembre de 2012

El edén era un engaño


Carmen Marina Rodríguez Santana

 
Primer accésit en el XIV Concurso Trinidad Arroyo convocado por la Concejalía de Igualdad de Oportunidades, Familia y Mujer del Excmo. Ayuntamiento de Palencia

(1ª parte del relato "El edén era un engaño")


Abres los ojos y te descubres destapada sobre el lecho que hace tiempo decidiste dejar de compartir; pero está visto que si te llega el olor de ese cuerpo exhausto y culpable que duerme, es que la masa de tus decisiones tiene poco peso específico. Al principio de los tiempos, le dejabas un beso sobre la frente y te costaba separarte de él cada mañana. Sin embargo, ahora te deslizas entre las sábanas con movimientos estudiados, analizando qué músculo dolorido moverás a continuación para que el monstruo no se despierte.

Los chorros de agua que escapan a presión por entre los orificios de la alcachofa de la ducha son tiroteo de alfileres sobre las zonas sombreadas de tu piel y te permites el lujo de llorar en húmeda soledad para que tus penas escapen con la espuma a través del desagüe. Y escapar, ¿hacia dónde? ¿Es que existe algo por debajo del infierno? Y, si fuera así, ¿a qué altura de las coordenadas perdidas se encontraría el edén?

Reencuentras tu rostro en el espejo y aplicas sobre tu cara la misma crema antimanchas de siempre. También el maquillaje es el de siempre pero, a pesar de la maestría que has adquirido en los movimientos tantas veces repetidos, tiemblas. Finalmente, te proteges bajo el aroma de la colonia de baño con la que tu madre te acicalaba cada mañana de tu niñez. Con ello logras recuperar parte de la felicidad perdida y esbozas tímidamente media sonrisa. De puntillas te diriges hacia la silla de la habitación donde la noche anterior, horas antes de ser carnaza de la premeditación y la alevosía, dejaste preparada tu ropa y el maletín para iniciar hoy tu viaje de trabajo.

- Hazme un café antes de marcharte -, dispone la voz ronca e inquietante atrapada en la almohada.

No te apetece iniciar una discusión argumentando que se te va a hacer tarde, que vas a perder el avión, que él podría hacerlo con sus propias manos; que no duele. Que dispone de todo el tiempo del mundo porque las horas las pasa muertas frente al ordenador o al televisor, desgastando su sonso tiempo del día sólo para que exista la noche en la que se enciende la hora bruja de drogas y alcohol que insufla al incauto el maligno que corre a través de sus venas hasta hacerlo estremecer de delirios y cefaleas. Te convences de que terminarás antes preparando la cafetera y, de paso, tomarte tú también una taza de hirviente y dulzona agua teñida para así, quizás, consolar tu estómago de las náuseas con las que das la bienvenida al nuevo día.

El haz nervioso que separa el sosiego del terror sólo requiere el estímulo adecuado para ser recorrido por la neurona portadora, piensas al surgir inesperadamente un ruido anómalo en el interior del Airbus 340 Madrid – Washington. Puedes detectar en el aire, junto a una antónima pieza musical ambiental apaciguadora, el bombeo de los corazones aterrorizados que galopan con velocidad máxima permitida tanto en pasajeros como en tripulación. Consultas tu reloj; son las 10:17 y bendices un destino que puede librarte de la sarna mental de tu sufrimiento. Te vuelves a preguntar por qué aguantas lo que aguantas si puedes valerte por ti misma, si lo tienes todo para liberarte del yugo opresor. Eres consciente de que no te encuentras en la situación de miles de mujeres que transigen por no tener un trabajo con el cual mantenerse a ellas mismas y a sus hijos. Por el contrario, eres una periodista de éxito que se ha quedado atrapada en una coraza de idiotez, de silencio y de cobardía. Has permitido que él te dirija como ventrílocuo a su marioneta y le tienes miedo porque a la mínima contrariedad se pone violento; como cuando le dijiste que lo ibas a dejar, te cogió del cuello y tuviste pánico. Pero todavía te parece más insoportable el sufrimiento si llegaras a abandonarle. Todo debe tener una explicación de los porqués de haber consentido, justificado y perdonado, continuamente, tantas vejaciones en tu relación con él y, sobre todo, por qué te dolería una posible ruptura; cómo es posible poder echarle de menos ya que, en tu interior, aunque ya has dejado de estar tan obsesionada, todavía te sientes muy atrapada en su red.

El grito de alguien te coloca en el tiempo real, el avión ha recuperado normalidad y la gente llora y ríe al unísono, contagiando felicidad y júbilo. Vuelves a consultar tu reloj: marca las 10:20. La ilusión de una muerte deseada ha durado escasamente tres minutos. Está demostrado que la nada es caprichosa y nada gobernable. Abres tu maletín y vuelves a estudiar los datos que tu redactora jefa te ha hecho llegar sobre la mujer que será objeto de tu entrevista en este viaje:

Eva, estos son los hechos:

Ayaan Hirsi Alí es una mujer somalí de cuarenta y un años que empezó a vivir como una mujer libre hace sólo dieciséis, cuando rompió con su familia en Somalia al decidir escaparse de un matrimonio concertado. Llegó a ser diputada en el Parlamento holandés y está amenazada de muerte por su lucha por los derechos de las mujeres somalíes y por la libertad. Sus palabras le han supuesto una sentencia de muerte. El guión que escribió para la película Submission: Part I le costó la vida al director de cine Theo van Gogh, acribillado a balazos, degollado y su pecho utilizado como tablón de anuncios: el asesino clavó allí una nota para Hirsi Alí, una carta muy concisa, como una fetua según los testigos, Van Gogh llegó a esgrimir el sentido común holandés antes de morir ajusticiado: ¿Seguro que esto no podemos hablarlo? Aseguran que dijo. Desde septiembre de 2006, esta fiera defensora de la libertad vive en la capital de Estados Unidos. La situación se hizo insoportable en Holanda. De un día para otro se quedó sin empleo (diputada en el Parlamento holandés); sin nacionalidad (la ministra de inmigración Rita Verdonk le retiró su pasaporte tras alegar que había mentido al solicitar el asilo); sin hogar (sus vecinos pidieron que fuera expulsada de su casa por creer que comprometía su seguridad); sin futuro (vive escondida, está amenazada de muerte). Estados Unidos le abrió las puertas. Christopher Demuth, presidente del American Enterprise Institute le ofreció empleo. Desde luego, Ayaan dice verdades que duelen, es una gran crítica de los relativismos culturales que tanto proliferan en Occidente y que, a su juicio, encierran a los seguidores del Islam en su atraso. Afirma que eso es racismo en su acepción más pura.

Tienes cita con ella en un reservado del restaurante de tu hotel en Washington a las dos de la tarde hora local para almorzar juntas y se cree un ambiente distendido. Regresas a Madrid al día siguiente, te he enviado todos los datos junto a la reserva de hotel a tu correo electrónico.

Como ves, Eva, tienes una historia tan interesante que, dependiendo del enfoque que le des y la entrevista más o menos inteligente y elaborada que puedas realizar, podría ser la bomba periodística del año en nuestra sección del periódico. Lo dejo en tus manos. Suerte y buen viaje.

Mª Henar Casado. Redactora Jefa.

Te apresuras a guardar tus escritos dentro del maletín cuando el tren de aterrizaje del Airbus 340 ayuda con su rozamiento contra el asfalto a la velocidad de frenada del coloso volante, añadiéndose a su estruendo el aplauso de los viajeros. Una vez en tierra firme, te encaras con la puerta principal de la terminal y te adentras en el exterior reparando en el primer taxi de la fila en la parada dentro del cual te acomodas y, tras dar la dirección de tu lugar de destino, enciendes tu móvil. De inmediato, te entran, uno tras otro, ochenta y siete mensajes y noventa y cuatro llamadas perdidas, todos ellos de un mismo contacto. Conoces que las primeras llamadas serán falsamente cariñosas y suplicantes y que las últimas pasarán a amenazar e intimidar. Prefieres ahorrártelo y apagas de nuevo el móvil; quieres vivir al menos por un día sin los sobresaltos y temores de siempre y concentrarte en tu trabajo ya que te han ofrecido una noticia, como poco, provechosa.

Tras tu registro en el hotel, una ducha reparadora y una llamada a la redacción del periódico en Madrid confirmando tu llegada, te acomodas con veinte minutos de antelación en el reservado del restaurante. Te gusta llegar con tiempo para preparar tu trabajo y tenerlo todo bajo control. La tarde está fría en Washington. Han caído los primeros copos de nieve del invierno y la chimenea del restaurante aporta un emotivo toque hogareño que en tu propia casa no posees. La ves entrar buscando refugio dentro de su abrigo negro. Te parece frágil y pequeña entre los dos guardaespaldas que la acompañan. Tras las oportunas presentaciones, sólo desea beber un té caliente y da orden de que no se os moleste en el reservado. Te aclara que antes de comenzar no quiere que sus argumentos se consideren sacrosantos por el hecho de haber vivido experiencias terribles ya que, en realidad, su vida se ha visto marcada por una enorme dosis de buena fortuna. Porque, ¿cuántas mujeres nacidas en el hospital de Mogadiscio (Somalia) en noviembre de 1969 siguen vivas? ¿Y cuántas de ellas tienen voz propia?
 
(cont...)   carmenmarinarodriguezsantana.blogspot.com